Equipo de CCINFO
A veces en el trabajo sufrimos un quiebre, o sea, tenemos que enfrentar un problema o algo que así se nos presenta. Podemos decir que el quiebre es un juicio de que algo está ocurriendo o no, cambiando así el espacio de las posibilidades.
Si el quiebre genera u juicio positivo genera una oportunidad, en caso contrario se interpreta como un problema. De ahí que los quiebres abren o cierran espacios de posibilidades.
Los quiebres pueden declararse a partir de un imprevisto que rompe nuestra rutina, cambiando nuestro espacio de posibilidad ya que nuestro transcurrir necesita cambiar de dirección.
Es nuestra forma de interpretar un hecho lo que finalmente determinará si estamos ante una posibilidad o un problema; es decir, nos permite hacer o quedar desarmados ante una situación determinada.
Si decide ser negativo y ver solo un problema ya no tiene opción pues ha levantado una muralla que no le permite avanzar ni comprender lo que ocurre a su alrededor.
A veces en el trabajo ocurren cambios radicales o graduales, pero son cambios que no podemos seguir o entender. Nos sentimos mal, desestimados, hasta acorralados; simplemente porque no podemos comprender y/o aceptar los cambios que se avecinan, la nueva forma de trabajar, las necesidades de la organización de evolucionar, trascender, de dejar una huella diferente, un mensaje dirigido justamente a una sociedad que está en continuo cambio.
Cuando eso sucede se produce el quiebre que provoca una seguidilla de conflictos internos y externos difíciles de manejar tanto para el que no acepta las nuevas posibilidades que se están analizando para implementar como para aquellos que desean realizar y participar de estos cambios.
Por ejemplo, si tomamos en cuenta el siguiente experimento que podemos hacer en una cocina colocando agua en tres ollas de igual tamaño en las que ponemos tres elementos diferentes: papas, huevos y café.
Dejamos hervir las tres ollas con estos elementos y obtenernos tres productos: las papas hervidas que ahora abandonaron su consistencia dura y ahora nos permiten emplearlas en una ensalada rusa o para hacer puré; los huevos dejaron de ser frágiles y quebradizos ya que al quitarles la cáscara tienen una consistencia dura de la que carecían al sumergirlos en el agua y finalmente los granos de café se fusionaron en el agua y transformaron el agua en una bebida deliciosa para muchos.
¿Qué ocurrió con estos elementos? Los tres elementos enfrentaron la misma adversidad, el agua hirviendo pero cada uno de ellos reaccionó de una forma diferente: las papas se ablandaron, los huevos se endurecieron y el café fue el único elemento que al estar en contacto con el agua hirviendo, simplemente cambio el agua, conservando el aroma que ya tenía al sumergirse en el agua.
Entonces, cuando sufrimos un quiebre en el trabajo ¿cómo reaccionamos? Quizá como la papa que a pesar de tener una contextura fuerte al sumergirlas en agua hirviendo se vuelve débil y pierde su fortaleza, o como los huevos que parecían muy tiernos pero la adversidad del agua hirviendo los transformo en duros y rígidos o quizá reacciones como el café cuyos granos al recibir el agua hirviendo superan el dolor y cuando el agua llega a su punto de ebullición alcanza su mejor sabor. Si elige ser cono el café, verá que cuando las cosas se ponen difíciles reacciona mejor y hace que todo a su alrededor sea mejor, funcione mejor e incluso aporta ideas para que en su sector de trabajo reine la armonía y cordialidad.
Ojala que escoja ser el café y entonces verá que en los trabajos no existen quiebres, sino momentos que a veces nos ofrecen la posibilidad de crecer profesionalmente a partir de una serie de cambios.