Equipo de CCINFO
Rafael Echeverría dice en su libro, Ontología del Lenguaje: “Cada vez que debamos decir ‘NO’ y no lo digamos, veremos nuestra dignidad comprometida”.
Seguramente muchas veces quiso decir no pero terminó diciendo que si. A veces lo hacemos para no dañar a otro o simplemente para mantener una amistad. Con el tiempo el daño ocurre igual y la amistad deja de serlo. Si nos hubiéramos atrevido a decir que no a tiempo, quizá podríamos haber prevenido daños colaterales mayores.
No obstante, no podemos culparnos por las decisiones que tomamos en el pasado con la madurez y experiencia que tenemos en el presente. En cada momento tomamos decisiones que creemos son las más adecuadas y que con posterioridad debemos respetar como tal.
Todos gozamos del derecho de la libertad; el elegir que queremos para nuestra vida y desde qué valores queremos vivirla. Por eso es muy importante que sepamos poner límites, tanto en nuestra vida personal como en la laboral.
Los límites suelen generar en un primer momento cierta incomodidad, por lo que debemos ejercer la autocompasión y aprender en este nuevo terreno emocional que transitamos y avanzar paso a paso, sin apuro y con mucha paciencia. Quizá debamos pedir ayuda para que otro diga no por nosotros hasta que aprendamos y podamos hacerlo por nosotros mismos.
La verdad, como dice Echeverría “cuando somos capaces de decir que no, fortalecemos nuestras voluntad y nos damos cuenta que tenemos el poder para crear nuestra realidad, abriendo o cerrando puertas de oportunidades”.
Cuando decimos algo pero con nuestros actos afirmamos otra cosa el impacto que causamos es enorme. Esas decisiones que hay que tomar, el acuerdo que hay que firmar, la necesidad de decirle a un subordinado que su trabajo es deficitario, simplemente no lo hacemos porque no sabemos manejar nuestras emociones.
Cuando decimos si aunque quisimos decir no siempre hay consecuencias:
- Pérdida de confianza e imagen pública
- Daño de la excelencia profesional
- Vulnerar un acuerdo
- No poder cumplir con las promesas
Claro que hay muchas más consecuencias, pero la inmediata e importante es que el entorno y las personas en general dejan de creer en nosotros.
Creemos que nos preservamos al decir si, que vamos a ser más populares, que las personas nos valorarán más, pero en realizad no es así. Si nuestro diagnóstico nos lleva a decir que no, el sí pone en riesgo todo lo que hemos conseguido hasta el momento.
Fuente: Consultora de Ciencias de la Información
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